Frikis, reuníos!

El mundo es de los frikis. Todo el mundo lo sabe, pero prefieren ignorarlo y continuar con sus vidas, familias, hipotecas, convencionalismos sociales y lobotomías varias. Ellos disimulan, nos miran de reojo, con recelo. Saben que lo sabemos. Tenemos el control... de nuestras mentes, que ya es pedir mucho.

sábado, 29 de abril de 2017

¡Jugad, hostias! (Una reflexión sobre el papel de los directores de juego, el ego y el hacer afición)



De una época para acá (quizá fue siempre, pero las redes sociales lo han puesto en primera plana) se habla mucho de asuntos colaterales a lo que se supone son los juegos de rol. Si, porque los juegos de rol son juegos. Evidentemente. Disquisiciones sobre sistemas, sobre problemáticas sociales, que si los mecenazgos, que si somos guays, que si no, que si tal y que si Pascual, pero nos olvidamos de lo que va esto: de jugar.

Al mismo tiempo las reflexiones parece que evaden uno de los temas más curiosos y es que (parece) estamos viviendo una de las mejores épocas del rol en España de los últimos años, por no decir desde la época del puto "Crimen del Rol". Hay jornadas más que nunca, concursos, quedadas, partidas por todos los sitios y manuales cuidados a cascoporro. Ahora bien, ¿esos que juegan son gente que se vuelve a reenganchar, desempolvando ilusión y manuales o son nuevos jugadores? ¿Hay regeneración en el rol? Y para mí la pregunta básica ¿Cuántos de estos "nuevos jugadores" son lo suficientemente frikis para "engancharse" a esto y hacerlo una afición más?


Hola, buenos días... ¿Conoce usted Wizards of the Coast? Venimos a hablarle de la nueva reencarnación de D&D, la Quinta edición... ¿Se siente usted frustrada por no haber recibido su Giñocuesc 25 anniversary?... Pues aquí, en este librito de 50 leureles de nada tiene usted la respuesta a esas tardes de mierda en las que no sabe qué hacer...


1- EL PUTO EGO

Los jugadores de rol tenemos el ego grande. Los masters ni os cuento. No nos vale con hacer una buena partida, tenemos que hacer LA PARTIDA. Error. He visto partidas curradísimas que no han enganchado en el grupo de juego por multitud de razones, algunas de ellas tan simples como "es que estábamos cansados". Y a tomar por culo el esfuerzo hecho. Y al contrario he visto "partidas de relleno" que por una cosa u otra se han convertido en épicas. He de reconocer que he jugado más de estas segundas que de las primeras. Y ahora os cuento porqué. Y es muy sencillo: es un asunto de simple probabilidad. Cuántas más partidas juegas más probabilidades tienes de qué algo suceda que haga explotar la mesa, romper la banca. Y esta premisa necesita algo evidente: rebajar el ego, no buscar la partida perfecta, si no buscar partidas, muchas. 


Como me molo a mí mismo

2- PARTIDAS PARA FRIKIS IRREDENTOS O COMO MATAR EL JUEGO

Evidentemente si hay que buscar más partidas, hay que sacar el tiempo para llevarlas acabo. Y aquí comienza el lío. He jugado partidas en las que se nos ha olvidado hasta comer. Y cenar. Doce horas seguidas, treinta horas en dos días y pico. Y todos felices, claro. Reventados, pero felices. Tirábamos dados hasta para abrir el frigorífico. ¿Pero esto hace afición (la nuestra, súper friki, si) o la deshace? Poca gente está dispuesta a llegar a ese extremo de frikez, pero si estaría dispuest@ a jugar a rol. Esta es una de las claves en las que deberíamos reflexionar. Bueno, yo ya lo he hecho y con muy buenos resultados. Me he dejado de partidas eternas y perfectas para buscar partidas de las que llamo "hora tope" y que se quedan en unas dos horas y media de duración, tres si tengo que explicar el juego y el sistema. Y no paso de ahí. No sabéis la cantidad de gente que podéis mover si reivindicáis un horario cerrado y la partida es autoconclusiva. Ahora mismo tengo tres grupos de rol con jugadores distintos en un pueblo que no pasa de tres mil habitantes y cuya comarca no llega a veinte mil. Un barrio de Madrid, vaya. Y olvidaos del clásico "vamos a comprometernos todos a jugar TODOS los domingos de cinco a nueve".


¿Partida de rol todos los domingos? Noooooooooo


Y volvemos al ego: no intentes rellenar tu aburrimiento con gente. Si quieres jugar todos los domingos, todo el rato, hasta la extenuación lo podrás hacer endogámicamente con tus colegas de siempre, haciendo lo de siempre, pero luego no te quejes de que tu grupo cada vez le cuesta más reunirse a jugar. Abre el horizonte, no lo cierres. Puedes generar tres grupos de rol pequeños, hacer historias breves, cerradas, rápidas, y disfrutar más, conocer más gente y hacer afición que si te aferras a la idea de "esto es así porque es así".


¿Ande vas, ioputa, que quedan tres horas aún?


3- JUGAD.

Está muy bien darse de alta en todas las páginas de Facebook de rol del mundo, en Google+ y en su puta madre, pero esto va de jugar. No va de leerse manuales y tenerlos en la estantería. Que sí, que puedes hacer lo que te dé la real gana, como si utilizas los manuales para calzar la mesa. Pero esto del rol va de JUGAR. Conozco gente que dice que juega a rol y te cuenta siempre las mismas anécdotas de la misma partida. Creo que jugaron una y ya van de exégetas roleros.
Hay jornadas, grupos de gente, por ahí. Mueve el culo, sal del círculo de comodidad de tus colegas de toda la vida, esos que se han casado y que ya no tienen tiempo. Sal ahí afuera. Es más fácil combatir los errores y las inercias de nuestra afición en unas jornadas que hablando sobre "acoso rolero" en el Facebook. La realidad siempre supera la ficción, pero solo teniéndola cara a cara puede servirte para fabricar tu propia opinón de las cosas que pasan. Si quieres jugar, sal ahí y juega. Si no no lo hagas, sigue en tu mesa camilla, pero no des la chapa sobre cosas que no estás dispuesto a hacer ni a investigar.




4- EL MASTER COMO EVANGELIZADOR

Está claro que si esto del rol funciona es porque alguien dirige una partida. Si no aquí no juega ni piter. Es por ello que los que hacemos de masters nos convertimos en profetas del rol, en mesías de esto. Desarrollamos una idea, la ponemos en la mesa, medimos los tempos, taumaturgizamos el evento que es una partida. Es por ello que recae en nosotros el "hacer afición". Somos los primeros en ser la cabeza de playa del desembarco. Al ser así no debemos cerrarnos en nuestras premisas, ni en nuestras ideas. La afición no va a surgir espontáneamente, hay que currársela. Por ello todo lo anterior que he expuesto es tan importante. Ajustarse a la mesa, buscar nuevos jugadores, movilizar eventos y crear expectativas es lo principal. Si, lo principal. Esto no va de nosotros, los habituales, va de los jugadores que aún no juegan. Esto no va de "me estoy currando una partida QUE ME ESTÁ GUSTANDO UN MONTÓN" sino que te preguntes "si les va a gustar a ellos". Y más si es su primera vez. Si te gusta Star Trek y tus jugadores noveles creen que un Vulcaniano es un tipo de chupito, la has cagao, macho. Escúchales primero, deja que te pidan cosas y ajústalas luego a lo que tú puedes hacer. Igual sucede con los días de juego y las horas a dedicarle. ¿Prefieres jugar un par de días al mes con gente nueva y dedicarle dos horas y pico por sesión o jugar esas partidas maratonianas tan de vez en cuando que ya es casi imposible seguir la trama porque nadie puede dedicarle tanto tiempo? Pues eso.


Oh, gran director de juego, te ha quedado esa escena de cagarse...


Es curioso que la rapidez y lo etéreo que es internet y los nuevos formatos culturales no hayan calado lo suficiente en el formato rolero clásico, y sigamos lastrados por ideas que son casi de los ochenta del pasado siglo. Eso sí, luego jugamos por hangouts, las fichas que sean autoeditables en pdf y tal, pero expandirse esto, lo justito.

La afición se demuestra andando y lo peor de todo es que para hacer nuevos "adeptos" todo sigue pasando por los masters y por los jugadores que apoyan el conjunto. Por supuesto no podemos esperar mucho de los medios de comunicación (mientras escribo esto ha salido lo de la basura esa suicida de la ballena azul e inmediatamente se ha relacionado con los juegos de rol) ni tampoco de las instituciones, salvo que allí haya alguien que o haya jugado, o sea master y sepa de qué va el rollo y lo que puede aportar a la gente.

Esto depende de nosotros. Aquí sí que es de "la afición para la afición". Y si, está muy chulo eso de "discutir" por el Facebook, pero lo principal es lo principal: jugar.


- Madre mía que partidaca... Hasta un soponcio que me ha dao...





domingo, 9 de abril de 2017

OPERACIÓN CABALLO DE TROYA: mucho más que historias de marcianos.


"Estoy convencido de que los OVNI son una realidad, pero me sentiría muy decepcionado si resulta que son simples naves del espacio exterior"

-- Jacques Vallée.

Hacía muchos años que no leía un libro sobre ovnis. Creo que unos 19 o así. Me "despedí" a lo grande, leyendo de seguido Communion de Striebber y Vida Secreta, de David Jacobs, ambos sobre el asunto de las abducciones. Y ya está, porque el tema no da para mucho más. No es que el fenómeno me aburra, si no que es que sigue sin poder cogerse por ningún lado. Y eso no significa que el fenómeno no se siga produciendo, al contrario de lo que muchos afirman. Hace unos años oí a un subnormal decir que "con todas las cámaras que hay por todos lo sitios tenía que haber muchas más filmaciones de ovnis". Al personaje se le olvidó que una muy buena parte de esas "cámaras" nos enfoca a nosotros, a nuestras putas vidas, no al cielo. Eso sí, cuando apuntan hacia arriba, graban cosas interesantes. Esta misma semana veía el vídeo de la Marina Chilena, donde una cámara de amplio espectro grababa a principios de 2017 y durante veinte minutos a un objeto camuflado en una nube, fabricando otra. Estático, opaco, circular y con dos protuberancias reúne todas las características de este tipo de avistamientos de los últimos años, donde las cámaras con infrarrojos nos han ofrecido una nueva perspectiva.

Evidentemente los móviles de última generación participan de estos asuntos, al igual que los imbéciles que intentan manipular imágenes y los que se quieren lucir porque han hecho un curso de 3D. Pero que el "fenómeno" sigue estando donde estaba antes es evidente. Y lo que es peor, lleva así desde los sesenta del siglo pasado, por no seguir hacia atrás.

Por eso me apunté al mecenazgo que los chicos de Reediciones Anómalas sacaron sobre la obra cumbre de John A. Keel, su famosísimo Operación Caballo de Troya. Antes de nada hay que decir que el mecenazgo fue un éxito, que el libro salió adelante, que a los mecenas nos llegó en fecha acompañado de los extras (tarjetas y marcapáginas) y que fui uno de los afortunados en el sorteo de la novela "10.000 millones de naves" de Pablo Vergel (junto con otro rolero de pro, Frank Guerra), y que espero reseñar en este mismo blog.


El libro y el magnífico detallito de la tarjeta de visita de Keel.


Keel es evidentemente un investigador de corte Forteano. Y esa es la parte fuerte del libro y de la vida de este personaje multifacético. Le gusta lo raro, que en esto de los ovnis hay mucho, y gusta de las compilaciones y estadísticas. Es por ello que ya cuando este libro aparece, a finales de los sesenta del siglo XX, marque un antes y un después en esto de los ufos. Y el recorrido por la casuística ovni que hace es tan intenso, sobre todo en cuanto a lo extraño de las evidencias, que rápidamente piensas "esto es de locos", que básicamente es lo que sucede cuando con cierta intensidad te acercas al fenómeno.

"Bueno, y si esto era de locos en los años sesenta ¿qué es ahora?" Es la segunda pregunta. Pues lo mismo. Por supuesto excluyo los prototipos secretos, las armas secretas y los ensayos industriales, fenómenos metereológicos extraños y demás. Me refiero a los casos más bizarros, esos que realmente presentan al fenómeno desnudo y sin explicación. Y la respuesta a esta segunda pregunta es que, desde Keel, hasta ahora la cosa no ha variado mucho, por no decir nada.

Es por esto que esta obra es mucho más que un libro sobre ovnis, es la piedra de toque, -la primera piedra de toque- de que los ovnis son "algo más" que la idea generalizada (y popularizada en los mass media) de que "podrían ser" entidades extraterrestres.

En este punto es dónde Keel nos arrastra a lo largo de todo el ensayo, pues plantea una explicación más ultraterrena que extraterrestre: los ovnis son seres que participan de nuestro mundo desde posiciones que bien podrían entenderse como "del más allá" o de dimensiones "mágicas" que de estructuras espacio temporales como la nuestra. Evidentemente recurre a la religión comparada, los mitos, las leyendas y las tradiciones que hablan de seres, de genios, de dioses, que irrumpen en nuestro mundo para engañar, atemorizar y de alguna manera jugar con nosotros, desde tiempos inmemoriales. Serían lo que los ocultistas conocen como "seres del bajo astral", los Djinns de la tradición árabe, los espíritus con los que contactaban los espiritistas de XIX, o los que hablaban a Moisés en la zarza ardiente.

Por supuesto no hay que estar de acuerdo con el autor, pero si uno observa y lee algunos de los casos más famosos de la historia OVNI (y Keel recoge oleadas en plenos siglos XVIII y más atrás) nos daremos cuenta de que el fenómeno se ha ido ajustando a los arquetipos de la época en la que se produce. Este es otro punto fuerte de libro, desde mi punto de vista. Antes de que aparecieran los dirigibles la gente veía dirigibles, antes de los primeros aviones la gente veía aviones gigantescos y antes de los motores de reacción la gente oía motores de reacción. Y así hasta nuestros días.

Una cosa curiosa: en el libro descubro que el primero en decir que podríamos ser invadidos por una raza extraterrestre fue el general Mc Arthur, buena pieza donde las haya. Actualmente el defensor de esta idea es Stephen Hawking. Que cosas.

En fin, libro indispensable, entretenido y divertido, y que dará motivos para la reflexión, sobre todo al ver que casi han pasado 50 años y que seguimos igual, mirando al cielo más por encontrar salvadores que por otra cosa.

Enhorabuena a Reediciones Anómalas por su trabajo y su idea de sacar adelante este tipo de obras que se han ido perdiendo con el paso de los años y que resulta casi imposible de encontrar en nuestro mercado, eso sin contar con otras que ni siquiera fueron traducidas.

Paz y prosperidad. O lo que sea.